miércoles, 6 de mayo de 2015

Reflexión sobre educación


Hoy en día no se quiere formar realmente al alumnado, y esto puede verse en todas las reformas educativas. En la revolución industrial se buscaba que el trabajador solo tuviera conocimientos sobre el trabajo a desempeñar, era más sencillo que no supiera pensar. Pues actualmente parece que estemos volviendo a lo mismo. Durante mi Practicum pude asistir a una COCOPE durante la que se trató algunas modificaciones que se iban a introducir próximamente con la LOMCE y me dejó horrorizada lo que oí. Resulta que la educación plástica no era importante, así como tampoco lo era la filosofía. En rasgos generales, se estaban suprimiendo poco a poco las asignaturas que abren la mente, puesto que iban a pasar a ser optativas, y para llegar aún más lejos, en bachiller se estaba equiparando la futura optativa de filosofía con religión, contando ambas para la nota final, yo he asistido siempre a religión (en mi época era religión o alternativa) y veíamos películas básicamente, mientras que en filosofía abarcábamos temas más transcendentales, obviamente la complejidad de una no tiene nada que ver con la otra. Yo en mi época de estudiante de bachiller hubiera pagado por no cursar filosofía, pero hoy en día con perspectiva, reconozco que me ha resultado útil, y me ha aportado unas competencias que de otra forma no hubiera adquirido o me hubiera costado más adquirir, puesto que esta asignatura enseña a pensar y abre la mente. ¿Qué es lo que pasará? Los adolescentes evitarán asignaturas así, asignaturas que requieran esfuerzo, porque a esa edad, no se tienen en cuenta las competencias que se quieren adquirir ni los conocimientos.

Centrándonos en lo que nos atañe, la educación plástica y visual, pasará a ser optativa, con lo cual los grupos se verán reducidos y pocos la elegirán, puesto que está la falsa creencia que solo sacan buenas notas los que saben dibujar bien (lo he vivido en las aulas tanto de profesora como de alumna en mi época), sin tener en cuenta que esto realmente no es así, puesto que abarca muchas más competencias. Los alumnos con esta asignatura no solo consiguen desarrollar capacidades, percepciones y conocimientos, sino que desarrollan la imaginación, la inteligencia emocional y la creatividad, que son cosas muy importantes y que si no se trabajan no es fácil adquirirlas.

¿Por qué entonces quieren suprimirla? Su aprendizaje es divertido, no es como por ejemplo Lengua y Literatura donde deben memorizar, copiar… Sino que interactúan con los materiales, lo viven, es dinámico… Se aprende no cómo una obligación aburrida, sino con la participación activa del alumnado que sin darse cuenta  está adquiriendo capacidades. Quizás es por esto por lo que no se le valora, dentro del mismo alumnado considera la asignatura una maría, y en el profesorado también ocurre. Los maestros durante toda la primaria no dudan en quitar horas de educación plástica para “materias más importantes y útiles” como les dicen al alumnado directamente y sin cortarse, aumentando el sentimiento de que esta asignatura no es importante en comparación al resto. Si el mismo alumnado y profesorado no cree que sea tan importante como otras, entonces el gobierno, que no quiere que la gente piense, debe de reforzar esta creencia para lograr sus objetivos de forma sutil.  Lo que yo creo es que se debe de recalcar la importancia de la educación plástica, y que tanto el alumnado como el profesorado sea consciente de ello, igualando en importancia con el resto, sobretodo en la etapa de la primaria, donde cada alumno empieza a encasillar las asignaturas. Es un trabajo duro, pero no podemos permitir que el alumnado no adquiera las capacidades que adquiere con nuestra asignatura, porque es útil para su futuro y de otra forma no sería capaz de adquirir.
Se debe de buscar una educación de calidad para todos, destinado a satisfacer las necesidades del alumnado durante su vida para poder desarrollar una vida digna. Puesto que es un proceso para la formación integral de las personas, y tal y como recoge el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), es un derecho humano fundamental de las personas, y su objeto es el desarrollo de la personalidad humana y fortalecer los derechos humanos y a las libertades fundamentales.